(Royal Rumble es un evento anual de pago por ver producido por la WWE). En Barranquilla, normalmente en hora pico se presentan miles de batallas como esta, en donde el premio no es un cinturón de lucha libre sino, un puesto en uno de estos servicios articulados. Transmetro es el medio de transporte más importante de la capital del Atlántico, con casi tres millones de usuarios.
El 10 de julio de 2010, Transmetro desplegó sus alas. Barranquilla se unía a las ciudades de Colombia con este tipo de sistema de transporte público, una nueva aventura para los ciudadanos de la ‘Puerta De Oro’ y una oportunidad para el progreso de la arenosa’. Por medio de tarjetas recargables se inició con $1.400 como costo del pasaje, pasaje que hoy día tiene un valor de $2.100 y $2.200 domingos y festivos. Barranquilla empezaba a ser atravesada por articulados y buses. Desde el norte hasta el sur, llevando viajeros que con un solo pasaje pueden contemplar la imponente ciudad, una imponente Barranquilla con deseos de seguir creciendo.
El sistema cuenta con 15 estaciones troncales. La mayoría de estaciones han sido llamadas con los nombres de personajes icónicos de la ciudad. El Joe, Estercita Forero, Pedro Ramayá, entre otros. Tres rutas troncales las cuales son: R1-S1, B1-S2 y R2-B2. 21 rutas alimentadoras, 8 en Soledad y 13 en Barranquilla. 284 buses vinculados a la flota los cuales se dividen en: 92 articulados, 85 padrones y 107 busetones. 14 kilómetros en rutas troncales, 190 kilómetros en rutas alimentadoras. Más de 600 paraderos de rutas alimentadoras y 32 puntos de recarga aprobados por Transmetro. Parece ser un amplio ejército para la movilización de la ‘arenosa’.
En la famosa estación del Joe Arroyo se forma una poderosa guerra campal cada vez que son las seis de la tarde, decenas de personas se aglomeran en dicha estación para tomar un servicio articulado que los lleve a su lugar de destino. El drama comienza cuando llegan los buses, puesto que parece que fueran colocado a sonar la campana de un ring de boxeo, escabullirse entre las personas y conseguir entrar al Transmetro es una tarea tan difícil que el que la consigue, deberían darle una medalla olímpica por su valor y agilidad.
Es tanto el desastre, que en medio de esta odisea se forman discusiones, empujones y hasta peleas, con tal de conseguir el boleto dorado que los lleve a casa. La mayoría de las personas que toman este servicio se han quejado por la forma de operar del sistema articulado, debido a que en la mayoría de ocasiones este llega retrasado a las estaciones, dándole un plus para comenzar una nueva lucha de supervivencia.
Adentro del servicio las cosas no cambian mucho, ni un alfiler puede estar cómodo, sin contar que con la masiva llegada de los venezolanos las cosas se han complicado aún más, ya que con “el estadio lleno” se suben a vender y eso produce descontento entre los barranquilleros por la gran incomodidad.
Sumado a esto, las llegadas a una estación son otro martirio, decenas de personas se bajan y suben a la vez, produciendo otro caos en medio de la llamada “hora pico”. Los trabajadores de turno no solo salen cansados de estar laborando por más de ocho horas, sino que también tienen que aguantarse el mal servicio del Transmetro y una multitud de personas que de igual forma como ellos buscan llegar a su casa lo más pronto posible.
Y el cuento no termina ahí, algunos de los articulados no les funciona el aire acondicionado, dejando que las cosas se pongan más difíciles para las personas que van en el bus. Los que más sufren son los niños y las personas de tercera edad, quienes no cuentan con las mismas capacidades físicas para adaptase a un bus que va repleto y que no te deja moverte como quisieras.
“Una bonita, linda y educada Barranquilla que me regale sus buenas…”. Este es el discurso de centenares de vendedores ambulantes Venezolanos que ocupan los medios de transporte público de la ciudad, en especial el Transmetro. Frente a la escasez de empleo o por no contar con los papeles de residencia, utilizan esta práctica como sustento diario para mandar dinero a sus familiares residentes en el vecino país y su estadía en la ciudad.
Aunque no todos venden golosinas o cualquier tipo de objetos de pequeña dimensión, algunos reparten catedra de arte musical, la cual se convierte en muchos casos en aquellas melodías que endulzan los días de aquellos pasajeros cansados y aburridos. La personalidad de estos incansables trabajadores inmigrantes es de admirar. Entrar a cientos de articulados, encontrarse con caras largas y gestos de desagrado no debe ser una buena experiencia pero, con unas frases casi que ensayadas y el reparto de armonías angelicales consiguen el agrado de su público.
De la misma rama de los artistas se desprenden los famosos “Raperos”, cultura característica de Venezuela debido a la inmensa lista de grandes exponentes de tal género. Los Raperos a gritos y con sentimiento relatan la cruda y dolorosa realidad de la que más de tres millones de personas han escapado.
La práctica del rebusque en las instalaciones de Transmetro no está permitida. Por ello a diario muchos trabajadores extranjeros son obligados abandonar las estaciones donde se abordan los buses.
Actualmente 130.000 pasajeros abordan a diario. El sistema brinda un servicio para todo tipo de personas, desde discapacitados hasta adultos de la tercera edad. En Transmetro se evidencia la inclusión y muchos valores debido a que dentro de sus 2.800 empleados, se encuentras trabajadores discapacitados. He aquí nuevas oportunidades para tales personas. Aunque muchos lo critiquen este medio ha facilitado la movilidad de la ciudad y hoy día es una de las columnas que sostiene a Barranquilla en su camino hacia el futuro.
Por Brandon Esparragoza, David García
Un largo recorrido mañanero y un agotado camino nocturno. Los servicios del Transmetro están disponibles desde antes de salir el sol hasta cuando se ven las noches oscuras y desoladas. Casi no descansan, ni duermen, al igual que la mayoría de sus usuarios que, en muchos casos, tardan más de una hora en llegar a sus destinos matutinos a pesar de que abran sus ojos en horas tempranas.
Por: Dayana Villalobos Dimare